La responsable de Memoria Histórica del PCE, Gloria Aguilar, ha hecho pública en el día de hoy una declaración oficial en la que señala que un 18 de julio de 1.936, un golpe de Estado, fruto de una conspiración cuidadosamente preparada, cercenó la experiencia democrática de la 2ª República; lo que desencadenó una cruenta guerra civil. Después vendrían casi cuarenta años de un cruel régimen que no terminó hasta la muerte del dictador.
Hace treinta dos años que la Constitución y la llamada "Transición española" dieron por oficialmente liquidado aquel periodo, pero a pesar de eso, sus ecos todavía no se han extinguido. No se han apagado las esperanzas de regeneración de la vida pública española que suscitó el régimen republicano. No han muerto los deseos de justicia social que llevaron a centenares de miles de mujeres y hombres a luchar en el frente por la República.
No hemos querido ni sabido consolar el llanto de las víctimas de la represión. Más aún frente al legítimo deseo de reivindicar la memoria y enterrar a los suyos de manera digna de muchos de sus familiares oponiendo el silencio y el desprecio, luego la desidia. Finalmente, este puede ser el único país democrático del mundo que condene a un juez que pretende investigar los crímenes de la dictadura mientras los verdugos aún siguen impunes. Después de setenta y cinco años, hoy es más necesario que nunca acudir a la memoria histórica para extraer de ella algunas lecciones vitales en un presente convulso como el nuestro, en que los poderosos vuelven a acudir al "estado de necesidad" para negar al pueblo sus más elementales derechos y conquistas.
Es difícil imaginar que los tanques del ejército español vuelvan a invadir las calles para combatir a sus conciudadanos. Sin embargo, esto está pasando en otros lugares del mundo y la excusa es la misma que en 1.936: "la anarquía, el desgobierno, la incapacidad de los gobernantes legítimamente elegidos,..." Una excusa que, como en 1.936, tiene un terrible precio en vidas humanas y supone un terrible retroceso para la humanidad. En España, hoy como entonces, los poderes económicos claman por el empeoramiento de las condiciones de vida de los ciudadanos para conservar sus privilegios. No necesitan iniciar ninguna guerra civil.
En nombre del "rigor", de lo "inevitable" y con la poderosa ayuda de un ejército al que ellos llaman "el mercado" (compuesto por especuladores sin escrúpulos y políticos complacientes con sus dictados), pretenden dar un golpe de estado incruento pero fatal a los derechos reconocidos en la Constitución que ellos mismos alaban.
La Historia nunca se repite, pero sí nos deja algunas enseñanzas y, de todas ellas, quizás la del 18 de julio de 1.936 sea una de las más importantes: el pueblo que se resigna y no lucha por sus legítimos derechos es víctima del horror y del olvido. El que lucha por ellos, a pesar de las derrotas, consigue mantener viva la llama de la igualdad y de la justicia. Franco ganó en 1.936, pero no venció a los españoles. "El mercado" nos combate en todos los frentes, pero no vencerá tampoco ni a los españoles ni a los europeos. Eso si sabemos combatirlo.
Cuando se cumplen 75 años del levantamiento militar que inició Franco en Melilla. El Secretario General del PCE, José Luis Centella, "reclama una vez más que se termine la injusticia histórica de mantener a miles de demócratas enterrados sin identificar en fosas comunes y cunetas mientras que la persona que inició la guerra, que sesgó más de un millón de vidas, esté enterrado con todos los honores en un gran mausoleo".
Por último, desde el PCE y, por añadidura desde la UJCE, se pide justicia y reparación mediante la retirada de la tumba de Franco del Valle de los Caídos y la ampliación de la Ley de Memoria Histórica para el justo resarcimiento de las víctimas y sus familiares.
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