Expuesto. Así ha quedado EL ex presidente Uribe luego de los cables de Wikileaks, las "filtraciones" del libro de Yidis Medina y las declaraciones de funcionarios como el ex embajador estadounidense Myles Frechette.
No sale bien librado el ex mandatario. Sin proponérselo, esas tres fuentes ayudan a construir el perfil de un hombre obsesionado con el poder hasta el punto, según el libro de Yidis, de hincarse de rodillas en el baño presidencial para ganarse ese voto en su propósito reeleccionista, mientras invocaba la salvación de la patria.
Perfil que refuerza, sin ambages, conforme a su estilo, Myles Frechette cuando confiesa que Uribe “despertó muchas preocupaciones en Washington”, que en ese momento “la figura de la democracia estaba muy maltrecha” y que “parecía que el Presidente se estaba alejando de los principios democráticos”.
Y es que debía parecer dispuesto a todo, con base en esos cables de Wikileaks: a contrarrestar a Chávez mediante la acción, incluyendo la militar; a llevar la iniciativa de ofrecer bases como la de Palenquero para disuadir a los vecinos; a permitir un esfuerzo militar unilateral de Estados Unidos para rescatar a sus tres secuestrados; a intentar una negociación con la guerrilla o, aún más allá, a autorizar que fuerzas colombianas cruzaran a Venezuela para capturar a líderes de las Farc y traerlos a nuestro país.
Mientras, su ministerio de mostrar, el de Defensa, en crisis por falta de comunicación entre oficiales superiores, por la desconfianza del ministro Silva con el general Padilla, por la desconfianza de Washington con la secretaria privada de Silva, por la desconfianza del general Suárez, inspector del Ejército, porque Uribe seguía “viendo el éxito militar en términos de bajas”. Amén de la desconfianza de su Vicepresidente por su real comprensión de la gravedad del tema de las ‘chuzadas’.
Perfil que refuerza, sin ambages, conforme a su estilo, Myles Frechette cuando confiesa que Uribe “despertó muchas preocupaciones en Washington”, que en ese momento “la figura de la democracia estaba muy maltrecha” y que “parecía que el Presidente se estaba alejando de los principios democráticos”.
Y es que debía parecer dispuesto a todo, con base en esos cables de Wikileaks: a contrarrestar a Chávez mediante la acción, incluyendo la militar; a llevar la iniciativa de ofrecer bases como la de Palenquero para disuadir a los vecinos; a permitir un esfuerzo militar unilateral de Estados Unidos para rescatar a sus tres secuestrados; a intentar una negociación con la guerrilla o, aún más allá, a autorizar que fuerzas colombianas cruzaran a Venezuela para capturar a líderes de las Farc y traerlos a nuestro país.
Mientras, su ministerio de mostrar, el de Defensa, en crisis por falta de comunicación entre oficiales superiores, por la desconfianza del ministro Silva con el general Padilla, por la desconfianza de Washington con la secretaria privada de Silva, por la desconfianza del general Suárez, inspector del Ejército, porque Uribe seguía “viendo el éxito militar en términos de bajas”. Amén de la desconfianza de su Vicepresidente por su real comprensión de la gravedad del tema de las ‘chuzadas’.
Si algo hay que reconocer es el carácter predictor del entorno uribista. Ya sus asesores vaticinan nuevas revelaciones que tal vez permitan el cabal cumplimiento de la profecía de la hecatombe si fracasaba la reelección; al fin y al cabo ellos no aclararon que sería de carácter personal.
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